sábado, 17 de marzo de 2012

¿POR QUÉ LLEVAMOS A LOS NIÑOS A LA GUARDERÍA?


El porcentaje de niños menores de tres años que van a las guarderías es muy grande, y solemos confundir que sea algo habitual en nuestra sociedad, con que sea lo normal o incluso nos autoconvencemos pensado que es algo cuasi-obligatorio: “por el bien de ellos”, y así alejamos de nosotros el sentimiento de culpa por tener que dejarles en un sitio extraño. Sin embargo yo me atrevería a decir que la escolarización temprana no es lo mejor, ni para los niños, ni para sus padres y a pesar de esto los escolarizamos porque la decisión de llevar a los niños a la guardería no suele ser una decisión informada, ni sopesada. Muy pocos padres buscamos información en Internet o por otros medios a cerca de cómo va a influir en nuestro bebé separarse de nosotros tantas horas siendo tan chiquititos. Los llevamos y ya está. Muchos sabemos o intuimos que lo van a pasar mal, pero tenemos la esperanza de que el mal trago pasara pronto, y que enseguida se “acostumbrarán”. Los dejamos allí, llorando la mayoría de las veces, hasta que un día dejan de llorar y por fin nos vamos a casa o al trabajo respirando aliviados. Pero que hayan dejado de llorar, no significa, ni que ya estén adaptados, ni que quieran estar allí, ni que disfruten durante su estancia.
Y ¿por qué llevamos a nuestros bebés a las guarderías?
Estos son los motivos que se me ocurren a mí:
  • En primer lugar y lo más habitual, es que los dejamos porque no tenemos más remedio.Tenemos que trabajar para vivir y no tenemos a nadie de confianza que pueda cuidar a nuestra criatura mientras nosotros nos ausentamos. Los abuelos muchas veces están ya mayores para darles semejante trabajo o están ocupados con sus propias obligaciones o devociones y no están disponibles para hacerse cargo de los nietos, por lo que la guardería es la única opción que nos queda.
  • En segundo lugar porque nos agobiamos cuidando de ellos durante todo el día. En nuestra sociedad los padres afrontamos la crianza muy solos y no es raro que pasemos largas horas con nuestros hijos en nuestras casas, sin la ayuda ni la compañía de ningún adulto, sea o no de la familia. La crianza ocupa todo nuestro tiempo y energía y no deja espacio para nada más. Por eso la guardería suele suponer un respiro, durante el cual, podemos limpiar la casa, leer un libro o ir a la peluquería tranquilamente. Quizá si las parejas recibiéramos más apoyo familiar o social podríamos organizarnos de otra manera distinta que no supusiese dejar a nuestros hijos tanto tiempo con unos desconocidos.
  • En tercer lugar porque la sociedad nos obliga directa o indirectamente a ello.
    La gente se extraña cuando unos padres no llevan a su hijo a la guardería y suelen hacer comentarios del tipo: “si allí se lo pasan muy bien y hacen amiguitos”, “en la guardería los espabilan”, “si no lo llevas, no se va a desprender nunca de tus faldas”, etc. Todos ellos consejos probablemente bienintencionados, pero totalmente ridículos e infundados. Cuando un bebé es muy pequeño sólo necesita el contacto permanente con su mamá o su papá, pero a medida que crece empieza a interesarse por el mundo y por otras personas, pero esto no quita para que siga necesitando tener a sus padres a su alcance. Un niño de un año, o un año y medio quiere perseguir palomas en el parque, jugar con la arena y le llaman la atención otros niños, pero quiere explorar todas estas cosas, junto a uno de sus padres, que son sus figuras de referencia y las que le aportan seguridad. Como casi todos los niños están en las guarderías, por las mañanas los parques están vacíos y los niños que no acuden a ellas están condenados al ostracismo, y sus padres a veces pueden llegar a sentir que puede que realmente sus niños se estén perdiendo algo por “no ir al cole, como los demás”, y ceder a la presión social, que les trata de convencer de que sus hijos estarían mejor allí que con ellos.
Está claro que no todas las guarderías son iguales, que hay sitios que ofrecen cuidados de más calidad que otros, con menos niños por cuidadora, y cuidadoras bien formadas y cariñosas. Que no todos los niños se adaptan igual de rápido y bien, y que habrá algunos encantados y deseando entrar en el cole. Pero creo que muchas familias si se lo pudieran permitir económicamente, tuvieran más apoyo en la crianza y no estuviese tan mal visto eso de “dejarlos en casa”, optarían por estar con sus hijos el máximo tiempo posible durante los primeros años y no perderse detalle de su crecimiento.

La intención de este post no es juzgar la “calidad” como padre de nadie, en función de si ha llevado o está llevando o no a sus hijos a la guarde. Lo que pretendo es plantear la necesidad de que reflexionemos sobre si esto es lo mejor que podemos hacer con nuestros hijos o si sería más saludable buscar otras alternativas tanto a nivel individual en cada familia, como a nivel colectivo en el conjunto de la sociedad.

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